Félix Ángel Moreno Ruiz

viernes, 12 de agosto de 2016

SOBRE EL OFICIO DE ESCRITOR Y OTROS OFICIOS

Pensaba yo (iluso de mí) que el oficio de escritor (o escribidor, que diría Varguitas) consistía en escribir.
Con tal pensamiento, un día comencé a hacerlo.
Sin embargo, pronto me di cuenta de que había cometido un grave error de apreciación.
Supe entonces que, en el mundillo de la literatura (o Literatura, como prefieren nombrarla los vanamente pretenciosos y pedantes), el oficio de escritor era, en no pocas ocasiones, el menos importante pues, como ortigas en el camino, al amparo de las letras y su fama, florecían oficios de las más variopintas cataduras:
Yago.
Uno de los nuestros, capisci?
Maese Pedro con su retablo de las maravillas.
Prestidigitador.
Tu quoque, Brute, fili mi?
Tartufo.
Eva al desnudo.
Senador bajo el gobierno de Calígula.
Funambulista en la cuerda floja.
Mercader de Venecia.
Bufón en la corte de Carlos II, el Hechizado.
Tahúr del Mississippi…


Y también supe entonces que, para medrar, era necesario ejercer tales oficios con  mano diestra (y siniestra).

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